Mi vida en arendell siempre a sido callada, tranquila y solitaria. Desde el accidente que tuve con mi hermana, sentia que era un peligro para el mundo y las personas que lo habitaban creando una inseguridad que me atormentaría por mucho tiempo. A pesar de eso, y de todas mis dudas, tal y cual las cicatrices, mi miedo fue curado por amor. Logré reconciliarme con mi hermana, la única familia que aparte y fue un error hacerlo; tengo amigos leales. Son extraños, pero es su rareza la que me demuestra su confianza y apoyo: Un reno, un vendedor de hielo y un muñeco de nieve. Suena raro, pero mi mundo de por si lo era, es normal y común para mi. Sin embargo, tal y como los aliados que conseguí en mi trayectoria como reina y guardiana, los enemigos de la codicia fueron inevitables. No podía dejarla sola, tantos años de separación obligatoria por mi poder, al que yo pensaba que era un arma de destrucción, no fue lo suficientemente poderosa como para salvar mi vida. La vista se nublaba, los sentidos se desorientaban, mis parpados se sentían pesados y lo único que fluía de mi boca eran manchas carmesís de la sangre. Oh anna. Perdóname, te pido perdón por ponerte en riesgo, por dejarte sola, por abandonarte injustamente tan solo siendo unas niñas, me diste tantos regalos, tantos obsequios, nunca te dije que mi favorito fue esa trágica historia del duque y el príncipe, mejores amigos de la infancia separados por un tonto accidente. Se parecen a nosotras... A la par que voy perdiendo la conciencia escuchando tus llantos suplicantes reclamando que no abandone este mundo, me encantaría ir a uno donde desde el inicio no haya sido un peligro para los demás, sino una heroína, una mentora. Una salvadora... Solo una persona normal. ¿Puedes creer que se haya cumplido?All Rights Reserved
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