Desde que era pequeño poseía una obsesión insana con construir cosas, observar el comportamiento de cada objeto y descubrir exactamente como funcionaba, sin embargo, algo que siempre colecciono y examino más que el resto, eran los caleidoscopios. Pudo haber tenido telescopios, máquinas gigantes, y todo lo que hubiera querido con una sola palabra. De cualquier forma, nada se compararía a ese pequeño instrumento de plata que había heredado de su abuelo.
Abraxas Malfoy escondía muchos secretos. Tal ves uno de ellos era que sabría en lo que su vida se convertiría.
Pequeños fragmentos de vidrio que daban formas diferentes y se entrelazaban entre sí, su destino era una sucesión de imágenes bellamente volcadas como un caleidoscopio.
Para un espectador, un tercero todopoderoso que quizo jugarle una mala broma, sus memorias creaban una ilusión visual de colores fracturados y brillantes que definían un futuro drástico.
En cuanto el Sombrero Seleccionador grito ¡Ravenclaw! Supo que el caleidoscopio giro, una mariposa batió sus alas e inició un efecto trasndental en el futuro de su familia.
De su tan oscuro y secreto linaje familiar.