Todo comenzó cuando recibió la primera carta, no tenía remitente, pero sea quien sea tenía un trazo suave, fluido, los puntos sobre la “i” eran círculos bien definidos, no escribía propiamente en letra de carta por la forma de la “e” pero tampoco totalmente en letra de molde. Pero lo que le tomó por sorpresa fue la coma, pudo haber sido muy bien una equivocación, pero como iba a serlo si claramente decía “mi más amado, Luigi”.