Nunca imaginé que las cosas sucedieran así. En mi mente, la posibilidad de que mi madre se fuese antes que mi padre, no existía. Siempre di por hecho que sería al revés, que viviría tantos años como la abuela y que mi hermano y yo nos la tendríamos que ir rotando, seis meses en una casa y los otros seis en la otra.