Pedro y Anya son vecinos. Puerta con puerta, comparten el mismo pasillo pero jamás han intercambiado palabra alguna.
Ella sabe quién es él; lo ve salir siempre con prisa y las manos llenas de libros, papeles y vasos de café. Es mayor (aunque no sabe por cuánto) y trabaja en la industria del cine (o al menos eso le contó la vecina del piso de abajo). Pedro, por su parte, sabe lo suficiente sobre Anya; es hija del dueño del departamento, todos los sabados escucha la misma canción y se ha olvidado la llave dentro.
Dispuesto a ayudarla, Pedro retrasa sus planes y se propone desarmar la cerradura. No es nada, solo un simple favor, pero lo que ambos no saben es que hasta un gesto tan simple como ese es capaz de desbaratar la desorganizada vida de ambos.
No importa, es solo una amistad entre personas que se entienden, nadie puede salir herido, ¿o si?
Ya estoy hasta la madre de escribir tantas historias sin terminar, pero aquí vamos de nuevo...
Donde un Draco Malfoy tiene autismo, fue abandonado por su madre y se hizo mejor amigo de Harry Potter antes que el trío de oro.
hay una serpiente blanca, un lobo negro y un diario.
Ah, y los fundadores lo ven como la cosa más linda del mundo.