En la antigua China, donde todos creían fielmente en leyendas, dioses y maldiciones, había un joven cuyo destino estaba trazado desde el día en que nació. Jiang Cheng, perteneciente a la familia Jiang, nació en una época en que el emperador había ordenado que todos los bebés varones fueran sacrificados, pues existía una antigua leyenda que en ese año nacería el futuro esposo de uno de los dioses más poderosos. Como se creía que el dios de la montaña era terrible, feo, cruel y malvado, la gente temía enfadarlo haciéndolo casarse con un hombre, por lo que el emperador decidió eliminar todo riesgo de que China cayera en desgracia. Jiang Ziyuan, la matriarca de Jiang, acababa de dar a luz a un bebé, era un niño. Temiendo que mataran a su hijo, usando hechizos de ilusión prohibidos, engañó a todos en ese momento para que vieran a su hijo como una niña. Después de veinte años, el secreto que una vez estuvo oculto volvió a ella, y su hijo fue ofrecido a un dios de la montaña para traer de nuevo tiempos de paz. Un hombre asustado y una criatura desconocida... ¿qué bien podría salir de ello? Pero Jiang Cheng debería haber sabido que incluso en los inviernos más fríos, las flores más hermosas y atractivas siguen floreciendo...