En el vibrante escenario de Buenos Aires, la vida de Guadalupe Carrizo, una adolescente de dieciséis años, se tambalea cuando su padre es transferido a Ciudad de México por motivos laborales. Decidida a no separarse de sus amigos, Guadalupe convence a su padre de que vivir sola es una opción viable. Sin embargo, su plan se ve sacudido cuando una estafa inmobiliaria la deja varada en un departamento que, sin que ella lo sepa, también ha sido alquilado a Ian Santos, un chico de último año con una beca y un resentimiento latente.
La convivencia entre Guadalupe y Ian comienza de manera tumultuosa. Él, marcado por su historia de adversidad y desconfianza, ve en Guadalupe a la personificación de la riqueza y la superficialidad que desprecia. Ella, en cambio, lucha por adaptarse a una vida sin sus padres y debe enfrentar la hostilidad de Ian, que parece determinado a hacer su estancia insufrible.
A medida que los días pasan y los desafíos de la vida independiente se vuelven más apremiantes, Guadalupe y Ian se ven obligados a enfrentar sus prejuicios y a encontrar formas de sobrevivir juntos. Guadalupe, acostumbrada a la comodidad y la ayuda de sus padres, se enfrenta a nuevas situaciones, desde pagar facturas hasta cocinar para sí misma. Ian, por su parte, se ve atrapado en un compromiso no deseado y debe lidiar con las emociones que la presencia constante de Guadalupe despierta en él.
A medida que las semanas se convierten en meses, Guadalupe y Ian comienzan a descubrir que hay más en el otro de lo que habían asumido inicialmente. Las capas detrás de sus actitudes superficiales y hostiles comienzan a desmoronarse, revelando a dos jóvenes luchando por encontrar su lugar en el mundo.
Escucho pasos detrás de mí y corro como nunca.
-¡Déjenme! -les grito desesperada mientras me siguen.
-Tienes que quedarte aquí, Iris. ¡Perteneces a este lugar! ¡Tú no eres una humana normal! -grita un guardia sin dejar de perseguirme...
-¡No! Yo pertenezco a mi ciudad, con mis padres... -cuando estoy por llegar a la salida veo a dos chicos.
Practicando con espadas...
-¡Sky! ¡Atrápala! -grita Rick...
Uno de los chicos desvía su mirada y nuestros ojos se conectan
Sus ojos dorados me miran fijamente...
Revolotea despreocupado su cabello rubio, pero luego...
Se da cuenta de lo que sucede y me apunta con su espada
Yo me detengo inmediatamente...