-Me gustas-
-Jamás dejé de amarte-
-Todavía estás metida en mi mente-
-La primera vez que te vi, lo supe... Me enamoré-
-Eres la única que calma mi acelerado ritmo cardíaco-
Cada una de estas frases se repiten en bucle en mi cerebro. Por cierto, soy Venus Afrodita. Hija de una familia multimillonaria, sexóloga y oveja negra de la estirpe Zita Grimpola.
En el corazón no se manda, eso lo tengo muy claro. Pero no puede ser que el mío sea como el arca de Noé.
Las confusiones son normales, ¿No?
O, yo soy catalogada como una gran imbécil. El punto es, tengo miedo. Mucho miedo.
Jamás en la vida sentí que caminaba por la cuerda floja, sin arnés ni malla de aterrizaje. Aunque, siendo sincera, mi vida es una montaña rusa descompuesta.
No puedo bajar de ella, simplemente soy mera espectadora.
En mis 30 pequeños años, así se siente ser yo. Las subidas y bajadas constantes, los giros inesperados y las personas que me acompañan son diversas. Algunas se bajaron definitivamente, otras ni siquiera quisieron subirse, y no los culpo.
¡Esto es una locura!
¡Cupido, AYUDA!