Todo era un caos. Las calles estaban destruidas, muchos coches y contenedores de basura estaban incendiados, el aire contaminado de ceniza y pólvora, solo podían escucharse los sonidos que el fuego hace al quemar, las ambulancias acercarse y alguna que otra persona toser o lamentarse. Definitivamente era un purgatorio, además, los cuerpos, tanto inconscientes como sin vida, de cientos de personas yacían por el suelo junto a la gran variedad de armas que fueron usadas. Entre todas esas personas estaba yo, inconsciente, esperando la visita de la ansiada muerte para, de una vez por todas, abandonar este infierno. Escuchaba una tenue voz hablándome, quizás un ángel, que repetía de forma continua, y cada vez más fuerte y claramente, que respirase. - Respira. La voz sonaba tan lejana y suave que tenía que concentrarme mucho para escucharla. - Respira. Tanto la voz como una luz blanca comenzaban a acercarse. - Respira. La luz empezaba a cegarme incluso con los ojos cerrados y, esa voz, sonaba muy muy cercana a mi oreja. - ¡Respira!All Rights Reserved
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