"Fui a escribirte te quiero en la ventana"
Julia, con el corazón agrietado, desapasionada hacía sus sueños de niña, con miles de preguntas bajo el colchón; encontró el último regalo de su abuelo.
Diego, acompañado de su guitarra buscando su musa por cada rincón, dispuesto a ser persistente y no abandonar; se alegró de volver a verla.
Ella volvió al pueblo tras cuatro años desde la muerte de su último ser querido, y juntos, volvieron a reencontrarse, y a recordar todos esos sueños que soñaron tantas veces dentro de sus habitaciones.
Miedos, dolor, corazones heridos, amor incondicional por la luna, un juego, mapas y un montón de cartas enterradas bajo tierra. No creáis que desde el principio todo es bonito.
Querida Julia, comete el mundo y haz la digestión desde la luna. Diego, acompáñala.
Todo aquello que ha tenido un final, también poseerá un nuevo principio.
Siete largos años después de que Chenle comenzara su nueva vida en Najuk, se abrirán para él de par en par las puertas de lo que será su incierta y emocionante adolescencia.
Se enfrentará a los sentimientos más confusos y desconocidos, al sorprendente descubrimiento del amor en todos sus aspectos posibles. Cometerá los peores errores, pero también los mejores aciertos, y vivirá momentos de plena felicidad e instantes de puro agotamiento. Tendrá que presenciar las falsas y peligrosas apariencias, y descubrir facetas de sus amigos que nunca antes había tenido que ver. Pero, sobre todo, disfrutará de cada segundo que pase, y guardará todos los recuerdos en lo más profundo y acogedor de su corazón y de su memoria.
Porque, al fin y al cabo, ¿qué es la adolescencia, sino una sobrecogedora y extraordinaria montaña rusa?