Kuroo es un joven de 16 años, popular, inteligente y rodeado de amigos, cualquiera diría que tenía su vida sobre ruedas. Sin embargo, la suerte cambiaría rotundamente para él tras llegar un día donde tras un terrible accidente, pierde la vista de forma permanente y sin remedio, quedando con un estado delicado. El caso de su ceguera eterna llega a oídos de Kenma, su distante vecino, quién parece sufrir de un ataque de compasión al enterarse de ésto, y decide encargarse de Kuroo tan sólo por un gesto de amabilidad y mera lástima. Pero, cuando Kenma logra conocer a su desafortunado vecino a más fondo, sus sentimientos inevitablemente florecen dentro de él cómo una pequeña margarita.