Cuando tenía quince años, aún no había manifestado mi género, y en un mundo donde solo un alfa podía ser el heredero al Trono de Hierro, esto planteaba un desafío. Sin embargo, mi padre, Viserys Targaryen, un alfa dominante, rompió años de tradición al nombrarme heredera sin saber mi género, sin temor a los chismes y las habladurías. Como una verdadera Targaryen, me presenté como una alfa dominante, lo cual fue motivo de orgullo para mi padre, quien había tomado como esposa a mi amada Alicent Hightower.
Con el tiempo, mis feromonas me obligaron a buscar el compañerismo de muchos omegas, quienes se convirtieron en mis grandes amores. Entre ellos, mis favoritos siempre fueron Harwin Strong, un omega que fue el primero en darme hijos, y Daemon Targaryen, mi omega más anhelado.
Alicent, una omega, y yo, Rhaenyra, una alfa, establecimos una relación íntima y profunda. A pesar de las dificultades y los obstáculos que enfrentamos en un mundo lleno de intrigas y traiciones, nuestro amor se mantuvo firme.
Harwin Strong, otro omega, se convirtió en mi compañero y padre de mis hijos. Nuestro vínculo era fuerte y lleno de pasión, y juntos formamos una familia que se convertiría en un bastión de poder en los Siete Reinos.
Por último, Daemon Targaryen, un omega muy esperado, se convirtió en una presencia significativa en mi vida. Nuestro amor era intenso y complicado, lleno de secretos y emociones profundas.