Baekhyun no ve colores, si es que estos existían en su vida, no lo sabía. Para él todo era gris, desde su café en la mañana hasta las tardes de intimidad con su novio igual de gris, Kyungsoo. Pensó que viviría por siempre así; ciego de las maravillas de la vida. Hasta que conoció a la primera chispa de color eléctrico en su vida, el cabello rojo de Park ChanYeol, un color tan vibrante que lo estremeció. Chanyeol era un tipo que sin duda no solo llenó de colores su existencia sino de sudores, fluidos y calor condensado sobre una cama sucia, pero era en ese instante que dejaba de ser ese personaje gris y se convertía en un rey vibrante sobre un edredón verde con el cabello rojo de ese amante experto sobre su pecho. Ahí y solo ahí podía ver toda la gama que coloreaba el mundo. Y ya no era ciego, sino que tenía una paleta con la que pintar el mundo. Lastima que con ChanYeol su mundo se reducía a solo callejones sucios de color ladrillo mientras hacía una transacción por papeles verdes, polvo blanco sobre una mesa café desgastada, jeringas con un líquido raro sobre la cama y condones usados en el piso y de pronto los colores ya no eran tan hermosos.