-Los dioses te eligieron-explicó con calma-Tú eres el guerrero de la profecía, debes hacerme tu omega y casarte conmigo. -¡¿Qué?!-exclamó escandalizado. ¿Sabía siquiera lo que estaba exigiendo?- ¡¿De qué mierda estás hablando?! ¡Yo no puedo casarme contigo! -Claro que sí, eso es lo que los dioses desean. -¡A mi me vale lo que quieran los dioses! ¡Yo contigo ni a la esquina, así que pierdete!