Comenzar de cero en algún lugar lejos de casa parecía la única solución a todos los problemas de Alma. Se sentía atrapada en el centro de Madrid y necesitaba alejarse de todo y de todos, incluso de su madre.
La época de estudiante universitaria había llegado a su fin y ahora debía comenzar a trabajar como maestra de Inglés a más de 10.000 kilómetros de distancia. Abandonó su país, España, para instalarse en Seogwipo, una ciudad de la provincia de Jeju, en Corea del Sur.
Estaba acostumbrada a reprimir sus sentimientos, a no mostrarse débil ante los demás y a dejar salir su dolor en soledad, donde nadie pudiese ni verla ni escucharla, pero todo cambió cuando conoció a Dae. Él podía ver la tristeza a través de sus ojos y desde el principio hizo todo lo posible por acercarse a ella, a pesar de que sabía que era peligroso.
Alma le prometió a Dae que sería feliz antes de que él regresara de nuevo a Seúl y tenía que lograrlo costara lo que costara, aunque eso significase dejar marchar a la única persona que había arrojado de nuevo luz a su vida.
Las votaciones del año 2036 son algo que no me emociona, ya que los candidatos, a mi parecer, no valen la pena, en especial Alejandro Villanueva, aquel chico que se burlaba de mí por mi sobrepeso y al que ahuyenté cuando decidí defenderme. Mi encuentro con él y mi comentario imprudente en la fila para votar es el inicio de una propuesta que no puedo rechazar, así como tampoco puedo negar la profunda atracción y el inmenso deseo entre los dos.
De la noche a la mañana me he vuelto la futura dama y también he descubierto que soy la obsesión del presidente.