Hay muchas cosas que se pueden hablar por los pasillos, tantas historias que rondan por la brisa y yo con estos agudos oídos, no me pierdo nada. En verdad, es algo un poco acosador de mi parte, pero, creo que no lo es tanto cuando decidí ayudar a aquellas almas heridas por amor...
Se preguntarán, ¿sabes algo del amor?, más o menos... ¡lo admito!, no sé nada.
Simplemente, soy alguien que vaga por los pasillos, brindando ayuda anónima que no fue solicitada. En fin, ¿quién soy? Nadie conoce mi nombre, mejor dicho, nunca lo recordaban... hasta que aparecieron ellos dos, un tipo castaño muy descarado y uno rubio buen mozo, ambos, listos para hacer ruido en mi mundo tan sereno.