La venganza es el único camino

Vagando por las calles de un pueblo inundado de pobreza y hambre, con su delgado y jovial cuerpo ni siquiera podía dar unos pasos.

La pequeña apenas podía sostenerse. Con los huesos marcados por todo el cuerpo y un tamaño que no se correspondía con su edad.
Aún así, seguía creyendo en las palabras de su madre. De que algún día el rey los salvaría. Sin detenerse, esperando encontrarlo.

Su vista se tornaba borrosa. El pueblo ardía en llamas, se podía oler la sangre en el aire debido a la masacre.
Unos pasos comenzaron a seguirla a gran velocidad, intentó correr, pero no lo logró y calló al suelo.

Las manos la agarraron del cabello y la elevaron del suelo fácilmente.
Ella no podía más, en ese momento recordó la dulce sonrisa de su madre, sus cálidas palabras.
No pudo evitar sentirse impotente, pero nada podía hacer.
Este era el fin.
O eso pensaba...