Él era el típico chico rubio, de ojos azules, tal cuál el océano, que te atrapaban con una sola mirada. Te sonreía tiernamente, te hacía enamorar y luego.. te arruinaba la vida. Me atrapó a pasos chiquitos, lentos y casi imperceptibles, para encadenarme a él y que fuera su seguridad. Si no encontraba otra chica que chantajear, siempre la tenía a la tonta de Camila, que lo amaba y deseaba. Y yo, como la ingenua chica de 17 años que era, caí derecho en su trampa.