A pesar de que estaba acompañado por Toad y la princesa, Mario nunca se había sentido tan solo en su vida, no podía eliminar ese sentimiento de vacío y soledad que lo carcomía. Todavía le faltaba algo, una parte vital de su vida.
Luigi.
Mientras él y sus amigos se detienen a pasar la noche en el campo de Flores de Fuego, Mario no puede dejar de pensar en su hermano, contemplando por primera vez la posibilidad de tal vez nunca volver a verlo.