-Señor Potter -le saludó con tanto desprecio como siempre, pero notó como su mirada se suavizó al ver a la niña de una año que llevaba en brazos.
-Profesor Snape, no sabía que estaba aquí -mintió descaradamente.
-Me imagino -pasó por su lado sin siquiera despedirse.
-Profesor -le llamó y se armó de valor-, escuché que usted quería dejar la seguridad del colegio.
-Algo que claramente no tiene por qué importarle al chico-que-vivió -le dijo sin extrañarse de la seguridad que tenía Potter en sus palabras.
-Es sólo un comentario. No es para que se ponga a la defensiva -le dijo alzándose de hombros, tratando de no molestar a la pequeña Mathy- Además... -lo pensó, claro que lo pensó, pero ahora no tenía muchos ánimos de seguir a su conciencia- pensaba en que podríamos compartir un departamento. Digo, para no apartarnos completamente del mundo mágico.
-¿Y que le hace pensar que yo querría ir con usted y su hija, si tuve que aguantar siete años para dejar de verlo? No, definitivamente no me iría con usted.
Ahora, seis meses después de esa visita, Severus aun no se explica como fue que Potter lo convenció de esta absurda idea.
Expulsados del Team Rocket, Jessie, James y Meowth tienen que continuar con sus vidas.
Jessie intenta salir adelante trabajando y asegurándoles un techo a quienes se convirtieron en su familia. James, sin poder confiar en sus capacidades, se queda en casa realizando las tareas del hogar para hacer la vida doméstica de Jessie lo más llevadera posible. Meowth, mientras tanto, no es capaz de llenar el hueco que se formó en su interior hasta que un día toma una decisión: ayudará a la policía a encerrar al líder del Team Rocket, Giovanni.