Aquella noche, mientras Kim ajustaba su corbata, Yoongi se encontraba en la sala de estar, sentado y disfrutando de una copa de vino. Se sentía solo y anhelaba el amor que solía recibir de aquella persona: el cariño, los besos, las caricias, los regalos, los halagos, la atención y la felicidad de ser amado. Añoraba volver a experimentar esas emociones extrañas que venían acompañadas de palabras como "Serás mío, serás mi omega y llevarás mi marca algún día". ¿Sería eso cierto? Siempre le había declarado que su alfa moría por tenerlo cerca todo el día y que, si fuera necesario, se enfrentaría a su esposo. Yoongi podía percibir claramente que lo amaba, que se preocupaba genuinamente por él, pues nunca antes alguien había sido tan complaciente y comprensivo como aquel alfa menor. Incluso insistía en que se divorciara de Kim, argumentando que aquel hombre solo estaba con él por su dinero y que no lo amaba como él lo hacía. El omega lo sabía, comprendía que alguien como Kim no se lo merecía, pero ¿se merecía él a alguien como Park Jimin?