La joven condesa temía su matrimonio que se encontraba muy cerca; y tenía toda la razón en temer. Su prometido, el demonio de Luthier había forjado una reputación de sanguinario, desalmado e implacable. Ambos sabían que su matrimonio era por conveniencia y que no habrían sentimientos de por medio. Sin embargo, había otras cosas que sí estarían presentes en este matrimonio. Sed de venganza, secretos y lujuria.