-Mi niña, cuando entres aquí serás una bebé... Mi bebé. ¿Estás de acuerdo con ello? Lo miré emocionada. Aunque nadie estaba del todo enterado de mis alucinantes fantasías y deseos de ser amada y cuidada por un papá, encontrar a Julián fue como encontrar la última gaseosa del desierto. -Estoy más que de acuerdo, papi.- Me sonrió y, con ternura, entramos a la casa donde nuestras más grandes necesidades convergerían en una realidad
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