"¿Y si tu peor castigo fuera el hombre con el que te casaste?"
Gianna nunca imaginó que terminaría casada con el prometido de su prima de la noche a la mañana, mucho menos que "La Bestia" la encerraría en una cabaña como castigo. No eligió este destino, pero ahora su única opción es sobrevivir a él.
Alessio no era un hombre común; el mundo lo conocía por ese nombre, y con razón. La bestia la culpaba por las decisiones de su antigua prometida. Sabía que ella había huido con otro hombre, pero era incapaz de olvidarla. La buscaba por mar y tierra, ignorando por completo a la mujer con la que se había casado. Para él, Gianna no era más que un error, una prisionera en su jaula dorada.
En el altar, Alessio no le prometió amor, sino odio. Juró atormentarla hasta el último de sus días, porque el divorcio no era una opción. No en su mundo, donde la mafia dictaba las reglas.
Gianna y Alessio estaban condenados a un matrimonio sin escape. Un juramento eterno. Una cadena que los ataría hasta el fin de los tiempos.
En los pasillos donde la ley se disfraza de justicia, y el poder se oculta tras trajes elegantes y crímenes perfectos, Cassandra Willson libra una batalla que no esperaba perder... contra Eros Beaufort.
Abogado brillante, magnético y con un pasado tan turbio como las redes que controla, Eros no solo representa peligro... lo es. Ella llegó para defender causas, pero terminó cayendo en la más devastadora: él.
Lo suyo no fue amor. Fue hambre. Fue pecado. Fue una necesidad adictiva que se coló entre las sábanas, entre sus ideales, entre el juicio y la locura. Él no vino a salvarla. Vino a quemarla desde adentro. Por una obsesión que ahora tiene nombre y cuerpo: el de ella.
Porque cuando el deseo es más fuerte que la razón, y el amor se disfraza de obsesión, no hay reglas que valgan, ni límites que detengan lo inevitable. Él la arrastra a un juego donde cada caricia quema, cada beso es una amenaza y cada secreto puede destruirlos.
Porque a veces el corazón se entrega a quien debería destruirte. Y algo aprendió Cassandra Willson: No nos damos cuenta de cómo somos capaces de destruirnos a nosotros mismos por salvar a otros.
¿Puede un alma sobrevivir al fuego de una obsesión?
¿O simplemente se aprende a arder... hasta que ya no queda nada?
¿Y si perderse en la oscuridad de Eros Beaufort es la única forma de salvarse?