A veces, para reescribir una historia, se necesita borrar de la mente aquellos momentos especiales que nos hicieron felices, pero... ¿Cómo olvidar el día en el que la persona que más amé le pidió matrimonio a mi propia hermana? Siempre creí que el amor verdadero nunca tendría un final, pero me di cuenta que yo pertenecía al típico grupito de chicas a las que nadie elegía, ese personaje que es secundario incluso en su propia historia. Sin embargo, con el tiempo me di cuenta que mi pasado no era ni más ni menos que el comienzo de una nueva historia, porque al mudarme a Florida, mi vida dio un giro radical de trescientos sesenta grados. * Derechos de autor.