«Ahora, es necesario explicar algo: no fue raro que James saludara a su archienemigo frente a una multitud; sin embargo, normalmente dicho saludo se pronunciaba en un tono burlón, seguido del infame apodo con el que le había bautizado y una maldición variopinta que lo dejaría adolorido por el resto de la jornada escolar. Nada como el 'buenos días, Severus' de esa mañana, puntuado con un beso en la mejilla cetrina del niño.» O James Potter decide que la mejor forma de molestar a Snivellus es atacándolo de una forma que nunca vea venir; entonces empieza a ser amable con él.