«Mi alma siempre estará contigo» le prometió pero lo dejó plantado en el aeropuerto, Eiji jamás regresó a Japón, no le entregó una despedida ni una explicación, solo despareció, dejándolo herido, preguntándose miles de veces cuándo las cosas salieron mal, ¿al entregarle su pistola en el bar?, ¿al pedirle que se quedara a su lado?, ¿al dejarle recibir un disparo por él? No sabe ni recibe respuestas.
Es al tenerlo cara a cara otra vez, ya no como amantes ni amigos, sino como enemigos, compitiendo por el título de asesino número uno en Nueva York que los corazones sangrantes empiezan a gotear.
El mundo está dañado.
Aslan está dañado.
¿Pero Eiji? Puede que lo esté aún más.
Créditos de la imagen en la portada 三神 (pixiv), Oriptgage (twitter)