La estancia se inundó de ruido, el caos lo envolvía todo, se escuchaban las sirenas de la policía y dos ambulancias. Un gato mauyaba en la habitación contigua, ajeno al infierno propiciado por un error deseado.
La habitación era de color anaranjado por la luz de las farolas que se colaban entre las cortinas de tul, conjuntaban con la sangre que manchaba la alfombra.
Como si se tratara de una novela de terror, los forenses susurraban tecnicismos en un tono tan leve que pareciese que no quisieran despertar a la joven, víctima de su propio asesinato. No hubo flores aquel día.
Eran las 00:37 de la madrugada, hacía un viento cálido, pero sus lágrimas estaban congeladas, lógico. En su corazón ya no había sangre, estaba convirtiéndose en hielo.
Ella también murió un poco aquel día.
Freen era una omega bastante rara para la personas aquellas decían que era un poco más alta para ser una omega otros que podría dar miedo si te miraba y algunas personas solo quedaban enamorada de verla aunque para Freen todo era normal pues siempre era amable y nunca se enojaba atenta con sus seres queridos era la chica perfecta como sus padres solían decir.
Becky una pequeña omega tan hermosa como la primera nevada era una chica responsable y cuidadosa con todo lo que hacía vive esperando a que aquella omega aparezca una vez más a su vida pues recuerda que alguien la salvó cuando era pequeña más no recuerda su rostro así que vive con la ilusión de que algún día aparecerá.
Pero ¿Qué pasaría si la persona que espera aparece en último año de universidad? ¿La reconocerá?