"¡MONSTRUO! ¡ERES UN MONSTRUO!" Gritaba un niño de cabellos blancos, su cara poseía tres arrañazos profundos los cuales seguramente dejarían cicatrices de por vida. El niño se encontraba abrazando el cuerpo de un hombre grande ya sin vida. Por otro lado, delante de esta escena trajica se encontraba un chico de peinado mohicano viendo con ojos que reflejaban vacío, tenía sangre sobre sus manos, tambien su boca estaba ensangrentada. Parecía no poder escuchar los gritos del joven niño asustado, pero si lo hacía, y le rompía el corazón, pero lo que mas le afectó fue el hecho de que no supiera que había matado a su propio padre, el cuál los cuidó y amo.