
Padre mío... concédeme la espada para arrancar de raíz al demonio que se atreve a mancillar tu altar. Dame la fuerza para quebrar sus huesos y silenciar su voz, aunque sangre mis manos en el intento. Enséñame a mirar a los ojos a aquello que me devora... sin temblar. Oh Señor... si no puedes salvarme, al menos déjame hundirlo en el infierno antes de caer.All Rights Reserved