Muchas veces, he sentido cosas tan fuertes que no me he atrevido a decir en voz alta, pero cuando me empezó a agobiar la presión de tenerlo todo guardado, cuando ya el pecho me dolía y el aire me faltaba, empecé a escribir, escribí y escribí más, escribí para poder callar. En este libro, dejo solo las que he tenido el valor de enseñar.