¿Qué puede ser peor que saber que tu peor enemigo está libre de nuevo? ¿Tal vez tener que lidiar con la hija de tu enemigo? O peor aún... Comenzar a sentir algo por ella... Para Severus Snape una de sus peores pesadillas se volvió realidad y no solo eso, sino que empeoró más de lo que pudo haber imaginado. -Es cierto Severus, Sirius ha escapado -dijo Dumbledore. Severus se vio tentado a golpear la mesa con ambos puños, sin embargo se limitó a apretarlos detrás de él. -Supongo que planea hacer algo al respecto. ¿No es así? -Estás en lo correcto, y necesitaremos que pongas de tu parte para ello. El pelinegro suspiró, sea lo que sea iba a ser algo difícil para él. -Estoy a ti servicio, Dumbledore. -Perfecto -el director esbozó una gran sonrisa -Necesito que vigiles a la hija de Sirius este año. Severus dejó de respirar. Seguro había escuchado mal, seguro que Dumbledore no pudo haber dicho aquello. Era imposible que... -¿Sirius Black tuvo una hija? -La tiene. Una joven hermosa, el vivo retrato de su tío. El hombre se enderezó, siendo consciente de lo que eso significaba. -Una trampa... ¿La utilizarán como señuelo? Dumbledore dio media vuelta, con la vista fija en el fuego de la chimenea. -La joven llega para empezar el tercer año, quiero que la vigiles para evitar accidente. Eso es todo, nos vemos pronto.