¿Alguna vez habéis escuchado hablar sobre las mariposa Xerces?
No, ¿Verdad?
Tan ensimismante que, para este punto, ya se haya inexistente entre nosotros.
¿Alguna vez habéis sonreído bajo los efectos de los cambios de vosotros mismos?
Bueno, Xerces, llamaba a ese lapso, "el efecto mariposa".
No por su belleza en cada cambio, sino por la efervescencia en cada aleteo, en cada huida, en cada progreso o retroceso. A Xerces le gustaban esos pequeños cambios.
Porque ella sentía que su historia, incluso ella misma, cambiaba de la nada, cambiaba mucho.
¿Saben qué es lo mejor?
A las mariposas extintas como Xerces, la vida les otorga un fiel admirador. Y eso nos lleva a darnos cuenta de que Vihaan siempre fue su capullo protector, porque más que verla cambiar, fue partícipe de sus renacimientos.
Eso estaba bien.
Su historia estaba bien.
Fantasiosa pero real, extinta.
¿Qué si termina bien?
¿Qué a qué me refiero con tanto parloteo?
Has que los cambios de cada página de este libro, o de otros, te otorguen el poder de renacer con el contenido y tiempo dedicados en cada uno de estos versos.