CASADA CON UN DESCONOCIDO

Me desperté desorientada, perdida... Al alzar la vista, una tenue luz que descendía del techo me obligó a cerrar los ojos.

Cuando volví a abrirlos, la frustración me invadió: mi vista no cooperaba, no lograba adaptarse, y no podía reconocer el lugar donde me encontraba.

De pronto, algo se movió por el rabillo de mi ojo derecho. Como un acto reflejo, traté de girarme, o al menos moverme tan rápido como mis músculos cansados me lo permitieran. En ese intento brusco, comprendí que estaba en una habitación completamente desconocida. Con el corazón latiendo con fuerza y temiendo que todo esto no fuera solo una pesadilla, cerré los ojos una vez más, y los deslicé fugazmente por el entorno... hasta encontrarme con él.

-Hola, preciosa...