Hiro sabía que su naturaleza inmortal lo obligaba a mantenerse alejado de los humanos. Su única razón de estar en la Tierra era cumplir con su deber: guiar a las almas perdidas hacia el cielo. Sin embargo, todo cambió cuando conoció a Samanta. ¿Qué tenía ella que lo llevó a romper esa regla fundamental? ¿Cómo podría haber imaginado que, al amar a Samanta, se estaba acercando a un destino trágico?
"Muchas personas han salido heridas por tu capricho. Y ahora, ella está muerta. ¿Crees que esto tiene solución?" La voz del Consejo resonaba con rabia y dolor, un eco de las almas que él había fallado en proteger.
"Déjenme guiarla al camino. Permítanme ser su guía," respondió Hiro, su voz temblando con la determinación de un futuro incierto.
"¿Cómo lo harás?" desafiaron.
"Sanando las heridas que causé en quienes la rodearon," replicó, sintiendo el peso de su promesa. Era un desafío monumental, pero tenía que intentar redimirse.
El destino de su amor había sido trágico, pero ¿y si la historia hubiera tomado un rumbo diferente? ¿Y si Hiro hubiera decidido no acercarse a Samanta? ¿Qué caminos podrían haberse revelado en un mundo donde su corazón no hubiera dictado sus acciones?
Mientras las sombras del pasado comenzaban a entrelazarse con los recuerdos en la mente de Alex, Hiro vivía a través de él, reviviendo los momentos de su vida anterior. A medida que los ecos de su amor perdido resurgían, Alex se preguntaba: ¿Podría corregir lo que Hiro había roto? ¿Podría salvar a Samanta de un final fatídico?
La respuesta dependía de él.