Leo trató de olvidar muchas cosas una vez que volvió a Puebla, una de ellas fue , que de hecho, perdió la apuesta contra el Charro Negro. Nadie puede escapar de las garras del destino, y una vez que el charro deja su marca no hay lugar donde esconderse, las sombras no refugian y Leo ignoró todas las advertencias. Ignoró sus instintos. Ignoró el sacrificio de sus amigos. Ignoró el creciente dolor en su muñeca. --Ubicado después de la Leyenda de los Chaneques--