Fiona gimoteó un poco y abrió los ojos. -¿Cómo te llamas ojiazul? -Una mirada a su alrededor hizo que ella tirara de las sábanas hacia su pecho. -¿Qué hizo? -pero aquellos ojos la retuvieron y se estremeció cuando él le levantó la barbilla. -Felicidades, la Diosa de la Luna te ha bendecido para que seas mi pareja para siempre... A Fiona se le salió el alma del cuerpo. Su destino no podía ser tan cruel y sus ojos se llenaron en un instante. Aquel tipo se inclinó anhelando el calor que ella estaba destinada a ofrecerle. Pero ella susurró: -Yo... te rechazo... -y recibió un duro golpe en la mandíbula que la hizo caer al suelo y Aiden se miró la mano antes de volver a mirar a su compañera. -¡Qué vergüenza!