Los barcos de papel eran mi juguete preferido y cuando estaba en el lago sentía que era un capitán grandioso que comandaba una flota de guerra, cuando se hundía porque ya no soportaba estar más a flote, lloraba mucho, entonces regresaba corriendo casa a contarle a mi abuelo que el agua había hundido mi barco y que lo sentía, él solo sonreía y me decía <<Es solo una barca de papel Stefano, ya cumplió su labor y tienes que sentirte bien por eso. Mañana habrá otra más resistente para ti>>. Desde hace un par de días había sido mi mantra porque de verdad necesitaba creer que tendría un barco más resistente.