La vi por primera vez entre el verde del verano y el tranquilo susurro del agua cristalina, paseando y jugando en las colinas, en un sitio bastante apartado de la civilización; en una hermosa mañana, engañosamente perfecta. Me hechizó de forma instantánea. Regresé al mismo lugar durante los días siguientes con la esperanza de encontrarla allí. Me dejé maravillar por la forma en que su cabello negro se mecía con el aire y como contrastaba con el azul celeste de su vestido. Me llené la cabeza de sueños y me olvidé de todo lo demás, creyendo que nada malo pasaría. Estaba equivocado. Esta historia me pertenece en su totalidad y no permito que se haga uso de ella sin mi consentimiento. La imagen para la portada fue tomada de internet (créditos a quien corresponda).