El rubor en las mejillas del joven se intensificó, al igual que el brillo en sus ojos, tras la frase muda que acaba de salir de sus labios. Después, el muchacho posó una mano en su rodilla levantada y se inclinó hacia él, acercándose a su rostro con los ojos cerrados. Ese movimiento fue suficiente para que su acompañante comprendiera la atmósfera, no necesitaba conocer las palabras que dijo, con los gestos bastaba. Sabía lo que vendría, y por supuesto, quería que sucediera. Sus ojos también se cerraron, esperando con impaciencia sentir la suavidad de los labios rosados del joven sobre los suyos...estaban cerca...tan cerca...y luego...no hubo nada. AKA Dazai, desde muy joven, ha tenido que compartir sus propios pensamientos con memorias de otras versiones de sí mismo, sin poder decidir si quería hacerlo o no. No es algo del todo malo; lo mantiene un paso por delante de los demás, aunque lidiar con emociones que no parecen propias puede ser molesto. Pero, ¿realmente no lo son?