Espantoso encanto

¿Qué harías si, de un día para otro, toda tu vida se desmorona en un plisplas?

Margaret tenía todo, un gato cariñoso que le dejaba de vez en cuando algún cadáver de rata para qué se alimentara -la muy inútil qué no podía cazar por si misma-. una amiga cercana qué rozaba la hermandad y un novio cariñoso qué parecía adorarla con todo su corazón. Claro, todo eso se fué a la -Alerta de malas palabras- popó en un solo día.

Cuando estaba considerando el suicidio cómo una buena opción de planificación familiar y se atiborraba con un combo familiar de hamburguesas mientras desproticaba en voz baja sobre la vida en general un chico con una sonrisa de oreja a oreja se sentó con ella, cómo si fueran amigos de toda la vida y no hubiera leído el lamentable ambiente que había a su alrededor.

-Hey, ¿sabes en qué se parecen un perro y un hipopótamo? -sonreía enormemente, listo para su remate-

-¿Eh? No, ¿en qué?

-¡Qué no puedes hacer dulce de membrillo con ellos! - Se había hechado a reír como si su vida dependiera de ello - ¿me das una empanada?

Dios, a veces el universo conspira de maneras inimaginadas.