Escondía algo. Cada vez que lo veía sonreír y hablar con los demás, engañaba a todos, menos a mi. En público era uno, pero en la privacidad de su habitación... ¿Quién era? Me mataba la curiosidad, quería quitarle esa máscara de una vez por todas. Quería ser la que descubriera lo que ocultaban sus ojos claros como el agua, pero tan profundos como el océano. Pero ya saben... La curiosidad mató al gato.Tutti i diritti riservati