Todo empieza en el instante que sus miradas colisionan en un encuentro inevitable. Ana no se permite a sí misma distraerse de sus metas, nunca se lo ha permitido, permanecer enfocada y controlada es su naturaleza y todo lo que ella inspira: Perfección absoluta. Joshua no necesita esforzarse demasiado para lograr lo que desea, todo lo consigue con una aparente facilidad notoria y envidiable, lo que lo termina enredando en una competencia en la cual su principal rival es Ana, logrando descubrir que él y solo él es capaz de destruir todo el autocontrol que ella posee, y concluyendo que la fachada tan perfecta, no es más que un espejismo. Dos miradas que desencadenaron fantasmas del pasado. Dos miradas que se encuentran demasiado tarde como para salvarse.