Victoria Rojas, una adolescente argentina, siempre había soñado con hacer una diferencia. Con padres docentes y una infancia inquieta, Victoria se encontraba frecuentemente preguntándose cómo podía mejorar las cosas para su comunidad. Su primer emprendimiento fue "GuVic", una iniciativa que inició con una compañera de clase cuando solo tenía nueve años. Creaban cuentos para niños, escritos por niños, para promover la lectura. Fue el primer indicio de que Victoria estaba destinada a hacer grandes cosas.