Los hermanos Rivera son conocidos por ser grandes estafadores en las Vegas, sus habilidades de realizar robos meticulosos eliminan cualquier rastro que los vinculen a los crímenes, dejando a la policía sin motivos para encerrarlos. En una de sus estafas, lograron vender piezas de arte falsas a un empresario influyente. Aunque el golpe fue exitoso, no pasó desapercibido y traerá consigo fuertes consecuencias.
El magnate, al darse cuenta de que fue víctima de un robo, decidió tomar venganza y sobornó a la policía para que arrestaran a los hermanos Rivera. Un miembro de la policía había conseguido un arma con las huellas de Alexandra años atrás, lo que brindó la excusa perfecta para vincularlos a un homicidio condenándolos 30 años en prisión.
El tiempo había pasado y cuando menos se dieron cuenta, ya había pasado un año tras las rejas. Pero lo que no sabían es que la suerte estaría de su lado.
Aimee logró sobrevivir los últimos años siguiendo una regla sólida: pasar desapercibida. Nada de movimientos rápidos, caídas libres o decisiones impulsivas. Todo con el propósito de por fin tener una vida tranquila, o al menos intentarlo. Sin embargo sus planes se ven desmoronados cuando pasa una noche entre las sábanas de Spencer Reid.
Así es como termina dividida entre el dolor del pasado y la sensación de hogar que la invade al estar con Spencer.