Reencarné en un BL, como Amelia, la [Extra] destinada a morir antes de que acabara la novela. ¿Cómo lo haría? Simple: [asesinada por el protagonista masculino, Rawyen, en un ataque de locura y sadismo.]
-No, no, todo está mal -murmuré, mientras un escalofrío recorría mi cuerpo.
La novela se distorsionaba cada vez más. ¿Ellen era realmente el perro del emperador? ¿Por qué Rawyen actuaba de forma tan extraña? Un aire de peligro se cernía sobre mí, y todo apuntaba a que el emperador ocultaba algo.
-Amelia, no te vayas. Es difícil de explicar... -dijo Ellen, sus ojos azules llenos de una tormenta que parecía a punto de estallar.
-Suéltame, te arrepentirás -le advertí, tratando de mantener la calma a pesar de la tensión.
-Ugh... lo siento -respondió, como si luchara contra una fuerza interna.
Un nudo se formó en mi estómago al darme cuenta de que Rawyen, el responsable de mi muerte, parecía tener un interés retorcido por mí. El hombre alto frente a mí, con su cabello rosado, estaba perdiendo la cordura.
-¿Por qué insiste en verme? -me pregunté en silencio, sintiendo su mirada pesada.
-Amelia... -suspiró, arrodillándose y besando mi mano antes de irse.
-¿Cuál es su idea esta vez? -pensé, confundida por su repentina cercanía.
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Ellen, visiblemente adolorido, se tambaleaba entre la conciencia y la confusión. Yo por otro lado Había escuchado rumores inquietantes: había sido abusado por las mucamas de esta casa.
-Entonces... ¿debería matar a todas las mucamas? -propuso, sintiendo la rabia Hervir en su garganta.
Lo mire con mi sorpresa mezclándose con el miedo.
-No, Ellen... no es la solución -dije, con mi voz temblando entre la desesperación y la determinación-. Hay otras formas de lidiar con esto- insistí.
- Entonces, ¿no te importa que otras personas me toquen?- dijo de manera franca Ellen.
Lo mire fijamente, estaba impactada por su suposición Alocada.