El Director de la escuela Cefort se deleitaba con el seductor movimiento que hacía la alumna Isa Anderson al caminar. Durante las mañanas él la veía y no podía apartar la mirada de sus jugosas curvas. Su inocencia y su ternura lograron conmoverlo hasta el punto máximo en querer desearla sobre su escritorio, con las piernas abiertas y su dulce sexo frente a él. Su instinto carnal le decía que debía tomarla. Sin embargo, él sabía que saciar su hambre de sexo por ella tenía sus consecuencias. ¿Cuándo será el día en que el Director la vería como una simple alumna y no como algo más?