Desde que vio el coche amarillo aparcado en la calle Marqués de Valladares, justo frente a la sede de la compañía; María sabía que no tendría más remedio que emprender esa travesía juntos, y a pesar de llevar varios meses ya trabajando en mejorar su autoestima y amarse cada día un poco más, llegado el momento de salir juntos, no podía impedir que los nervios y la rabia se apoderaran de ella.
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