Todos hemos tenido que curar un corazón roto alguna vez. A cada persona en este mundo le toca olvidar a alguien que en realidad, no quiere olvidar. Muchos de nosotros hemos pronunciado despedidas que no queríamos ni siquiera imaginar. Peor aún, deshacernos de sentimientos que nunca habíamos experimentado nada mas darnos de cuenta de que existían. La vida es una ruleta algo loca. Te permite tener cosas que luego quisieras mejor nunca haber tenido y te arrebata las que mas tarde notaras que querías conservar. Es bastante tolerable si hablamos de un juguete, un collar, algo material. Pero, ¿por qué también con las personas?. Los seres humanos resultan irreemplazables e inolvidables. Es un truco sucio del universo hacerte conocer a personas maravillosas que solo resultarán una existencia efímera en tu historia de vida. Todo para luego dejarte únicamente con los recuerdos, que a veces duelen demasiado pero otras veces llegan a ser tu único consuelo. Justo por eso existe esta historia, porque no me importan los trucos de la vida. Si tengo dichos recuerdos no dejaré que simplemente se pierdan con los años. Decidí inmortalizarte en palabras, porque es lo que mejor sé hacer. Quize confesar aquí todo lo que nunca te dije, porque jamás tendría el valor de contarte todo lo que significaste. Me pareció que nos haría bien, a ti saciar tu curiosidad y a mi desahogarme. Léelo todo con mimo, presta atención suficiente, estoy desnudando mi alma, aún después de tanto sigo confiando en ti a tal punto. Esta historia es para mí, porque merecía sacar todo. Pero también es para ti, gracias por todo lo que me enseñaste sin querer.