Leigh Dirroth y Caleb Fleming, dos príncipes de castillos diferentes y uno, apunto de convertirse en Rey. Gracias a las vueltas y coincidencias del destino, ambos se conocerán en un campo de margaritas, dónde Leigh fue a pintarlas con inspiración, y Caleb, dónde las recogía casi todos los días como distracción.
En el momento en el que sus miradas se encontraron, fue inevitable para ambos, no verse con curiosidad hacia el otro y querer que el destino los uniera nuevamente. Pero por supuesto, nada es fácil. Estos príncipes no son los que aparecen en los cuentos de hadas, sino los que crean un mundo real y cruel.
Asher pensaba que tenía una vida perfecta. Era el mejor en su equipo de hockey, tenía las mejores notas en la universidad y un grupo de amigos que parecían serle fiel.
Pero cuando conoce a Skye, la hermana de uno de sus mejores amigos cree que la chica está loca. Tiene una actitud tan dura que es difícil de romper y suele irritarlo todo el tiempo desde que se ha mudado a vivir con su hermano y él.
Y cuando los chicos del equipo le proponen que no conseguiría conquistar a alguien como Skye, lo ve como un reto que está dispuesto a jugar, una apuesta para conquistar el corazón de alguien como Skye es suficiente para que Asher acepte, pues es demasiado competitivo y no está dispuesto a perder su puesto en el equipo de hockey y pasarse el resto del año en la banca como le han apostado.
Sin embargo, a medida que conoce a Skye, Asher se da cuenta que la chica es todo lo contrario a lo que le ha tratado de demostrar, conquistarla no parece tan complicado como pensaba y el corazón de ella no parece ser el único en juego.